El disco contiene trece temas, y cruza el límite de los sesenta minutos de duración, a los que les podemos añadir otros veinte más, si la edición que tienes en tus manos incluye los cinco (sí, cinco) bonus tracks. La producción y la mezcla han corrido a cargo de Mike Exeter (Black Sabbath, Heaven And Hell, Iommi o Cradle Of Filth entre otros), junto al propio Glenn Tipton, encargándose de la masterización Dick Beetham (Iommi, WhoCares y más). La portada es obra de Mark Wilkinson, que viene haciendo el trabajo artístico para la banda desde “Ram It Down” (1988) y que ha trabajado además con gente de la talla de Iron Maiden, Megadeth o Asgard.
Pero bueno, analizando el contenido musical de la obra, esto empieza bastante bien, “Dragonaut” es un tema perfecto para romper el hielo, una intro simulando una tormenta nos presenta el primer riff de la grabación y la sensación que te invade es que esto es un disco de Judas Priest, sin duda, un tema que podría perfectamente encajar en la época de la banda entre finales de los ochenta y principios de los noventa, salvando que Rob Halford suena muy quemado, mientras canta en tonos medios, la cosa no se sale de madre, la cosa empeora cuando pretende subir algún tono y ves que le cuesta, que se oye demasiado forzado y no surge con la naturalidad de antaño, aún así y obviando que el solo pierde también ese punto de “batalla”, la cosa empieza bastante bien. Tras el, viene “Redeemer Of Souls”, tema que bautiza el LP , siguiendo la misma línea del tema anterior y que tiene un estribillo bastante pegadizo, con un riff con tintes épicos y esa eterna base rítmica con Scott Travis a la batería y Ian Hill al bajo, que como era de esperar, son una máquina engrasada a la perfección. Hablábamos de épica en el riff del tema anterior, pero es que “Halls Of Valhalla” desde su introducción rezuma batalla y puños en alto, la canción en sí, comienza con un agudazo de Halford que te hiela la sangre, un tema que hubiera encajado en “Painkiller” sin ningún problema y que a buen seguro será uno de los fijos en los directos (si el bueno de Rob puede defenderlo, que eso será otra). Por ponerle una pega, al que para mi es uno de los mejores temas del plástico, el solo me parece demasiado falto de garra, aunque tras el viene otra subida de esas imposibles que solo Halford era (y parece que de vez en cuando, todavía es) capaz de hacer. Algo más pesado, incluso con un deje setentero, viene a sonar “Sword Of Damocles”, con una base muy heavy, que en la segunda parte se endurece mucho más.
Si “Redeemer Of Souls” hubiese terminado justo aquí, podríamos estar hablando de uno de los discos del año, estos cuatro temas rozan la perfección de lo que Judas Priest pueden ofrecer en el año 2014, pero el disco sigue... “March Of The Damned” parece un tema sacado de un disco de la última década de Ozzy Osbourne, esas guitarras saturadas, muy cercanas al sonido de Zakk Wyde en aquella época, esa línea vocal, ese tono donde Rob aparece casi irreconocible, aparte de lo poco o mucho que pueda “pegar” en una grabación de estas características, está lo poco inspirado del tema, posiblemente el más flojo de todos. Parece que “Down In Flames” devuelve a la banda a su terreno habitual, con un Halford que incluso raja la voz, dándole más intensidad al tema (aderezado por los coros más acertados que ha grabado en este trabajo). Las guitarras solistas de este tema, sean quizás de las más interesantes de todo el plástico, pese a que la canción al final queda un poco lineal. Ian Hill cobra especial peso en “Hell & Back”, que tras empezar con una intro de guitarras acústicas, le dejan todo el peso de la línea principal de la composición al bajista, el tema hace un amago de acelerarse en el último tramo, poco más que reseñar. ¡Por fin melodías dobladas de guitarra! Aunque sea en la intro de “Cold Blooded”, tema que empieza como medio tiempo y que poco a poco va ganando fuerza (tampoco demasiada, no nos engañemos), lo más destacable son esos tonos sostenidos tan típicos de Halford, al final del tema, algo muy Judas también, acelerón de ritmo, y un solo que se convierte en una batalla entre guitarristas (llevabas todo el disco esperando algo así), pero que lamentablemente dura menos de un minuto.
Y llega “Metalizer”, pista que hace diez años hubiese sido una bomba y que aquí se queda en un tema muy bueno solamente, aún así, es junto a “Halls Of Valhalla” de los temas más potentes de todo el plástico, doble bombo castigando tu cuello, las guitarras atronando como deben hacerlo las guitarras del sacerdote y un Rob Halford que, aunque lejos de su mejor interpretación, se atreve a subir tonos (aunque a veces desees que no lo haga), repito, si esto hubiese estado en “Angel Of Retribution”, donde el vocalista inglés todavía estaba en unas condiciones vocales envidiables, habría dado mucho que hablar. Y después de la tormenta, llega la calma, un tema muy setentero, en una onda Black Sabbath, pero pasándolo por el filtro de la banda. Riff bluesero y probablemente la mejor interpretación vocal de todo el disco, el final es simplemente apoteósico, así sí.
El tramo final (antes de los bonus) del disco, nos trae “Secrets Of The Dead”, tema al que no le saco nada destacable, bastante prescindible. “Battle Cry”, otro tema marca de la casa, que promete mucho al principio pero que en cuanto mi idolatrado Halford empieza a subir, pese a los coros y al excelente y pegadizo estribillo, queda forzado e incómodo de escucha. Una auténtica pena, porque desluce un tema bastante bueno, musicalmente hablando. El último tema, “The Beggining Of The End”, una balada que también me sobra bastante.
Los bonus tracks comienzan con “Snakebite”, bastante vacilón, muy orientado al mercado estadounidense, pegadizo, aunque bastante falto de chicha. “Tears Of Blood” comienza muy bien, de hecho, yo lo cambiaría por alguno de los temas “principales”. “Creatures” se la podrían haber ahorrado sin ningún tipo de problema. “Bring It On” sin tener nada especial, tiene una esencia rockera, que personalmente yo hubiera metido entre los trece temas elegidos. “Never Forget” otra balada a la que no le veo demasiado sentido, por muy bonito que sea el solo.
Al terminar con el disco, te queda en la boca un sabor un tanto agridulce, porque a fin de cuentas, no es un mal trabajo, personalmente prefiero este a “Nostradamus”, en este disco veo en más ocasiones a los Judas que me gustan, pero la edad no perdona ni a los dioses y en concreto, nuestro Metal God está muy cascado (algo que viene evidenciando en directo los últimos años) y la ausencia de K.K. Downing se nota, quizá demasiado. Aún así, un disco, del que si no es aprovechable todo, algo más de la mitad sí que puedes escuchar y disfrutarlo.
¡Larga vida al sacerdote!
Nota: 6.75
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